La vieja Saigón pasó a llamarse Ho Chi Minh City después de la victoria del Vietcong sobre el poderoso ejército de Estados Unidos en los años 70. Con el nuevo nombre llegó también una época en la que el país entero se encerró sobre sí mismo tratando de curar las cicatrices del conflicto. Por suerte, Vietnam volvió a abrirse hace unos años y ya se ha convertido en uno de lso destinos de viaje más fascinantes del Sudeste Asiático.
En est blog ya hemos visitado algunas de las maravillas y curiosidades del país: la Bahía de Ha Long, los Túneles de Cu Chi, la ciudad colonial de Hanoi… Solo faltaba dirigir nuestras miradas a la capital, una ciudad rebosante de vida en la que el peso de la historia se puede sentir en todos sus rincones.
Para repasar la historia reciente del país se debe visitar ante todo el Museo de Ho Chi Minh City, antes llamado Museo de la Revolución, ubicado en un elegante edificio colonial de la época de dominación francesa de Indochina. Otra exposición impactante la encontramos en el Museo de los Restos de Guerra (llamado hasta 1991 “museo de los crímenes de guerra estadounidenses”).
Pero hoy, con el hacha de guerra enterrada, es mejor detenerse a admirar los magníficos edificios religiosos de Saigón como por ejemplo la Pagoda del Emperador de Jade, situada al norte del Jardín Botánico de Nguyen Binh Khiem. Allí se exponen miles de estatuas de divinidades fruto de la fusión cultural entre las mitologías taoístas, budistas y confucionistas.
Por supuesto, además de todo esto hay que vivir el colorido y el ambiente de las calles de la ciudad, al encuentro de tradiciones antiguas ya desaparecidas en otros países de la región y saboreando la deliciosa y apreciadísima gastronomía vietnamita, bien sea en un restaurante o en algún puesto de comida callejera. La emoción está garantizada.
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